Del dicho al hecho hay mucho trecho..

Hace exactamente un año, conocí a la persona mas interesante que en ese momento creí que existía, un hombre maduro, con una visión de la vida muy acabada y con ideas no tan parecidas a las mías pero muy interesantes. Lo conocí fruto de mis letras, estas que no pueden evitar salir de mi mente de cuando en cuando, y claro por mi esencia erótica y meramente emocional.

Chateamos por unos días, y al cabo de 2 semanas nuestro encuentro fue la explosión que culminó noches y noches de relatos eróticos externados por teléfono. Me trató como una reina, he de admitirlo, pero me pedía mas de lo que en ese momento le podía imaginar dar. Ya yo no confiaba en los hombres, me sentía defraudada y así de la nada me pidió que esto no fuera algo fugaz, que quería conocerme, quería ahora algo mas estable, si cabe la palabra.

Yo me dejé llevar, me ilusioné con sus palabras grandilocuentes, sus cenas elegantes, su reflexión y su pasión por el buen vino. Su cuerpo, que en principio no era tan atrayente, me volvia loca y me llenaba de placer. Esas 3 semanas o poco mas, fueron geniales, sí, tres semanas.

Eso duró lo que en principio no quería ser fugaz e inestable, eso duró lo que yo no quería que pasara en principio, y eso duró una relación absurda que me cree yo misma, por escuchar al corazón y no a la cabeza.

Analizando todo, en parte tengo mucha culpa, mi naturaleza ilusa e ingenua me llevo a creer que él se enamoraría de mi y tendríamos una relación bellísima, fuí ilusa al pensar que mis letras que tanto le gustaban eran suficientes para colmar su lado intelectual, y que mi cuerpo le daba todo el placer que el quería. Fue todo lo contrario, le agobié de tal forma que se alejó de mi bruscamente sin que supiera mas de él, llamarle uno que otro día para salir le producía agobio, pues quería ser libre y disfrutar de su soltería.

Que diferente de lo que me dijo la primera noche, y que estúpida yo, que le creí. Escribí mucho sobre lo nuestro, letras y letras llenas de lujuria y pasión, sin embargo aunque no le guardé rencor siempre le recuerdo con mucho dolor. Dolor por ser ingenua, dolor porque aprendí a quererle, y dolor porque tan solo en 3 semanas subí al cielo y bajé tan bruscamente que la herida aun no cierra.

Sé que siempre digo que aprendo de lo que me pasa y luego me vuelve a pasar, pero me niego a cerrar las puertas de mi vida a la persona correcta, me niego a etiquetar a todos con la misma marca, y me niego a ser dura en el amor. Puede que me siga equivocando, que de hecho ha sido así, pero lo que si me queda muy muy pendiente es que hay que tener cuidado con lo que se dice, pues del dicho al hecho hay mucho trecho.

Mía