Thursday, August 03, 2006

Un nuevo año...

Finales de 1997.

Las malas lenguas dicen que el final de año determina muchas cosas, esas cábalas de la ropa nueva, las uvas y ciertas pendejadas que yo creía en esos momentos me hizo esforzarme en corregir la única de las cábalas que no podía cumplir, esa era la de que “con lo que tengas a final de año así seguirás ”, si tienes los bolsillos con papeletas tendrás un año abundante, y así para los novios, lo cual no tenia hasta este año pero Dios me lo envio sin tener que buscar mucho, mi primer año nuevo con novio. Yo estaba feliz, ya se acabaron los años nuevos sola y añorando tener alguien con quien bailar, tenia a mi caballero precioso, Arturo, que por demás era un as en la pista, se movía como nadie y me saciaba mis ansias de bailar siempre.

Nuestra rutina navideña era simple, cena con familiares, el cañonazo, uvas, sidra, y a las 1:30 la partida a algún club con amigos y primos a bailar hasta que dieran las 5 y no quedara otra opción que ir a ver el sol del nuevo año a la lata. Añoro esos tiempos en los que la globalización no había trastornado la tranquilidad de andar a esas horas.

Yo estaba regia, aunque siempre me sentía inferior a las demás, ese año no tenía que esforzarme en verme bella, el hecho de saber que lo vería a las 2 en el club me transformo toda y me cubrió de un aura imperceptible pero que me hacia ver linda

Ya la hora había llegado, todos nos dirigíamos al mismo punto y yo con unas ansias enormes por verlo, ya me había avisado al cel de una amiga que estaba en camino, pero Arturo estaba mas cerca del lugar que yo, sabría que me esperaría en la puerta, no se controlaba tampoco. Un abrazo embriagado de un aroma varonil y exquisito cubrió mi piel cuando por sorpresa el me tomó y me dijo Feliz Año Nuevo, sus besos sabían a uvas frescas, se notaba que había cumplido la cábala de las uvas, me tomo de la mano y corriendo me dirigió a la Disco donde a menudo nos juntábamos a bailar y donde la pista tenia nuestros nombres grabados por ser los mejores, modestia aparte.

Bailamos, reímos y compartimos con los demás por un buen rato, el dio la señal y en un instante empezó a sonar nuestra canción, para mi la pista se convirtió en nubes blancas y solo existíamos los dos, solos él y yo, me besaba tiernamente mientras me repetía una y otra vez Te Amo, no hubo otro momento mas feliz que ese.

Realmente no recuerdo estar toda la noche bailando, sé que nos escapamos en algún rincón apartado a besarnos con locura en lo que llegaba la hora de partir a la lata, pero mi mejor momento de la noche ya estando en la lata, eran ya casi las 6 de la mañana, estaba a punto de amanecer cuando sentí que el sol me regalaba sus primeros rayitos del año, Arturo en un tierno abrazo me miro a lo ojos tiernamente estudiando mis mirada y acariando mi cara y me dijo, “Este sol es testigo del amor que siento por ti, cuando dudes, que sea él quien te lo recuerde cada día”.

1 comment:

Anonymous said...

como siempre Mia, tu escritura tan bella como tu, lo unico malo es que tengo que esperar hasta manana para seguir la historia, tu le haces volver a creer en que algo bonito siempre pasa en una relacion
Jp