Monday, September 18, 2006

Dulce Final

Mediados de 2004

Juan en estos meses se había convertido en mi escape, en mi obsesión y en todo lo que tenía para reuirle a la idea de que no puedo estar sola, necesito a alguien que me diga lo mucho que me quiere y lo mucho que valgo. Tardé mucho meses en darme cuenta que no necesitaba a nadie ni a nada que me diera a entender mi valor, yo valgo mucho, con o sin Juan, valgo mucho porque soy especial, porque tengo muchas cualidades y porque soy humana, quiero a los demás y vivo feliz, bueno desde que me di cuenta de esto claro.

Varios indicadores me dieron la señal para saber que lo nuestro iba a la deriva, sus llamadas se hacían cada vez mas remotas, yo simplemente dejaba de llamar y el simplemente no llamaba, nuestros encuentros eran escasos y cuando intentaba verlo era solo para llevarlo a clases porque aun no tenía carro.

Nunca mas salimos como novios, no podía entrar a su casa, cada vez que lo llamaba a la casa nunca estaba y las excusas ante su desaparición eran absurdas, si lo podía ver su aliento me bañaba de alcohol y nunca tenía un peso.

Al principio quise curar la relación con sexo, dejar que sintiera la pasión de nuestros cuerpos y mis besos indicándole lo mucho que lo quería, tal vez eso podría salvar este bote que carecía de gasolina, de motor y de remos, pero no fue así. Ya después de varios intentos me armé de valor y tomé la decisión.

- Hola Juan..
- Hola cariño como estas?..en que andas?
- Cielito, quiero verte hoy, solos, tengo que hablar contigo..
- Solos?, y que me quieres decir?
- Quiero decirte algo muy importante, crees que nos podemos ver hoy?
- Si creo que si, solo debo ir a buscar una pieza del carro y nos vamos a la casa, estará sola y podremos hablar.
- Ok amor, nos vemos a la salida.

Todo transcurrió lento en mi día, desde el comienzo de la mañana cuando le llamé hasta la tarde creí que nunca llegaría el momento, y a cada minuto cuestionaba mis razones para darme seguridad de este paso tan fuerte para mi. La hora había llegado y nos saludamos como siempre, trate de actuar normal para que no predijera lo que le esperaba, buscamos la pieza y llegamos a su casa, la cual como el había avisado estaba sola.

Al llegar a la casa me puse nerviosa, el noto mi actitud pero pensó de otra forma y de manera inusual empezó a besarme, yo intuyendo su miedo le tome de la mano y lo lleve a su cuarto.

-Juan sabes de que quiero hablarte?
-Bueno me lo imagino, tiene que ser que estas enojada porque no te llamo, verdad?
-Bueno, parte, es sobre lo nuestro, crees que lo nuestro va bien?
-mm, ehh si creo que si, yo te quiero, nos vemos de vez en cuando, pero es que tu siempre quieres mas, yo no puedo estar llamándote las 24 horas, yo no soy así, y si no me quieres como soy entonces no se.
-Si te quiero como eres, pero tu no eras así cuando te conocí, eras cariñoso, atento, y te gustaba estar conmigo, ahora siento que estas conmigo por obligación, ni siquiera me quieres como mujer, es que ya no te gusto?
-Si me gustas amor, es que no me gusta estar haciéndolo todos los días y tu siempre quieres hacerlo, pero que quieres terminar conmigo?
- Si, quiero terminar, no creo que esto vaya a ningún lado.
- No Mía, esa no es la solución esto puede mejorar, no te pongas asi.
Mientras mis lagrimas corrían sin rumbo por mis mejillas yo trataba de buscar la entereza necesaria para terminar esto, su cara cambió completamente cuando dije que quería terminar, se volvió tierno, me abrazaba y comenzó a besarme como siempre lo hacían cuando nuestros termómetros llegaban a 100.

De repente me tomo y me subió a la cama, sus brazos me cubrieron y entre susurros me dijo, no quiero terminar así nada mas, me permites hacerte mía por última vez?, no tuve que contestarle, me derretí ante su súplica y simplemente disfruté el momento.

No había nada alrededor, sus labios recorrieron todo el terreno olvidado en esos meses, bien dice la frase “Uno no sabe lo que tiene hasta que lo pierde”, pues él si supo lo que tenía y se aprovechó de mi cuerpo hasta los últimos instantes, me besaba, me abrazaba y su cuerpo se fundió con el mío entre gotas de sudor y gemidos que yo con toda libertad pude manifestar porque estábamos solos.

Debo confesar algo, hasta hoy nunca había experimentado algo tan sublime como eso, entre gemidos y su pene penetrándome fuertemente hasta el final, vi como de sus ojos surgían unas pequeñas lágrimas, me miro en un instante y me dijo: “no olvides que te quiero”.. yo conteste “no lo olvides tu también”.

Nunca nos quisimos como ese día, nunca nos compenetramos como ese día, nunca y repito, nunca fuimos uno como ese día, pero ese sería el último, al menos por el momento.

Al terminar quiso ser frio, pero no pudo, me abrazó y me beso como despedida apelando a este gesto para buscar que recapacitara, pero lamentablemente no pude, quise hacerlo pero mi razón fue más fuerte que lo demás y no pude hacerlo. Nos despedimos y juró recuperarme, yo no le creí y me fui llorando todo el camino a casa, los siguientes días fueron duros pero no pasaría mucho para que él volviera a entrar a mi vida.

4 comments:

Gabriel del Gottó said...

Todos somos unos ignorantes. Lo que ocurre es que no todos ignoramos las mismas cosas.
como dijo por ahi el poeta...

Anonymous said...

Se nota que te gustaba el macho.

Que viva el sexo!!!!!!!!!!!!!!!!!

Mich said...

Que triste!!!!

dias de sexo said...

Que despedida, que raros sentimientos se habian mezclado tristeza y pasion, un coctel agridulce.Besos.